Plancha leída el 5/4/2008 durante una Tenida Blanca cerrada del Gran Oriente de Francia por Julian Rees, antiguo redactor de una revista masónica que pertenece a la Gran Logia Unida de Inglaterra, que fue a esta reunión con el consentimiento de su obediencia.

El autor me ha autorizado a reproducir libremente sus reflexiones con la condición de que cite su nombre.

Muy Poderoso Soberano Gran Comandante, mis Hermanas y Hermanos:

Quisiera agradecerte, estimado Hermano Alain, la posibilidad que me has dado de hacer uso de la palabra ante esta Asamblea y que hacerlo consolide nuestros lazos de estima y afecto.

La Francmasonería significa muchas cosas para muchos francmasones pero, a mi criterio, en el corazón mismo de la búsqueda masónica está la idea contenida en el Hermetismo: la dualidad del universo. La expresión más simple de esta filosofía se encuentra en la geometría de nuestros Templos: un cubo doble, uno símbolo del Hombre, el otro símbolo de la fuerza que existe detrás del mundo material y que podríamos expresar mediante la palabra “Eternidad”. Así, como bien lo sabemos a través de las inscripciones en la Tabla de Esmeralda, Hermès Trismégiste afirma que lo que está en lo alto es como lo que está abajo, para el logro de las maravillas de la cosa única, o bien que el macrocosmos y el microcosmos son uno y uno solo.

En ocasión de mi iniciación a la masonería, me vendaron los ojos para alejar mi atención de las contingencias que todos conocemos del microcosmos material y para concentrar mi espíritu en la parte inmaterial y espiritual de mi persona, el macrocosmos, en un intento de entender, al menos durante un breve instante, la fuerza de la unidad. Más tarde, al desarrollarse mi recorrido iniciático, iba a entender el alcance de esta fuerza de la unidad y de esta fuerza que nos ciñe a todos, mis Hermanos, un grupo que ahora me incluye como un eslabón de esta cadena. En consecuencia, la unidad se convirtió en un elemento ineludible de mi vida masónica.

En la Inglaterra del siglo XVIII, cuando la religión y la política estaban estrechamente imbricadas, se decía que el catolicismo era Jacobita, Estuardo, elemento rebelde al orden establecido, que combatía a los Hanover, protestantes, opuestos a la monarquía y al gobierno de los Estuardos. De esta forma, los debates que se referían a la religión y a la política fueron prohibidos en las logias para evitar, y no en último lugar, que se sospechara que los hombres de las logias eran elementos sediciosos de la sociedad. Esta postura ha garantizado una unidad de acero de los francmasones y luego, la Francmasonería se ha convertido en un lugar único donde los hombres de buena voluntad, aunque tengan puntos de vista divergentes, pueden reconocerse en un sólido y brillante ejemplo de unidad.

¡Qué contrariante es constatar, tres siglos más tarde, que subsiste tanta desunión en el mundo masónico! Diversas obediencias que practican distintas formas del Arte antiguo, coexisten, en algunos casos en armonía, en otros en des-armonía. A mi criterio, el ejemplo más flagrante de esta desunión es la existencia de dos sistemas en la masonería masculina de los Estados Unidos. Una Gran Logia, presuntamente regular, compuesta principalmente de francmasones blancos y, en paralelo, la Prince Hall Grand Lodge, frecuentada casi exclusivamente por masones de color. Y digo "ejemplo extremo" aunque por suerte en estos últimos veinte años los dos sistemas terminaron por reconocerse mutuamente en la mayor parte de los estados del país, aunque no en todos. Es un verdadero escándalo saber que en ciertos estados del sur, la Gran Logia presuntamente regular no reconoce a la Gran Logia de Prince Hall.
Esta actitud me parece profundamente humillante y contraria a todos los principios masónicos ya que es la negación misma de la razón de ser de la Francmasonería, o sea, la unidad en la fraternidad.

Pero más cerca de nosotros, en el continente europeo al que pertenece Gran Bretaña (y no solamente desde el punto de vista geográfico) debo recordar a veces a mis amigos que hay divisiones que envenenan nuestra búsqueda espiritual; divisiones que, francamente, nos son perjudiciales a nosotros francmasones. La primera y principal de estas divisiones responde al debate eterno entre GADLU y no GADLU (GADLU, en francés, el Gran Arquitecto del Universo). No es que deplore estas diferencias como tales. Después de todo, representan tradiciones culturales importantes que son caras a cada obediencia y que deben ser respetadas. Deploro, en cambio, que estas diferencias nos impidan celebrar juntos nuestra vieja cofradía. Y más todavía, perdónenme por decirlo, deploro que nuestros dirigentes carezcan a veces de la voluntad necesaria para encontrar soluciones a estas diferencias. Para ciertas obediencias, dialogar con quienes no comparten sus principios no parece una prioridad en sus agendas.

En cuanto al tema GADLU/no GADLU, recuerdo que no hace mucho la Fédération internationale du Droit Humain realizó cerca de Londres un coloquio cuyo tema central era: "¿Nuestra Orden trabaja para la gloria del GADLU y/o para el mejoramiento de la humanidad? ¿Acaso son dos aspectos diferentes o bien dos caminos que permiten alcanzar un mismo objetivo?"

"¿Acaso trabajamos para la gloria del GADLU o bien para el mejoramiento de la humanidad? En su mayoría, los Hermanos masones que he interrogado sobre este punto me han respondido: “Es lo mismo”. Para mi, esta reflexión resume lo esencial y quisiera compartir con ustedes el aspecto fundamental de la cuestión:
En el primer grado del Rito de Emulación, el Venerable Maestro dice una plegaria para el candidato pidiendo la bendición del Gran Arquitecto para su iniciación. Una parte de esta plegaria exhorta así al Gran Arquitecto:

Gracias a tu sabiduría divina y con la ayuda de los secretos de nuestro Arte masónico, dota (a este recipiendario) de la mejor capacidad de descubrir las bellezas de la verdadera fe.

Entonces, francmasón o no, queda perfectamente claro para cada uno que no hay sino un solo lugar a partir del cual el recipiendario puede descubrir, develar o exponer la verdadera fe: a partir de él mismo. Con esto quiero decir que valida de esta forma su propia divinidad, su propia chispa eterna, la luz interior, el espíritu del hombre... ¿acaso hace falta que les dé otras palabras para que quede claro? No se trata de la divinidad comprendida en el sentido eclesiástico. Es el espíritu del hombre, esta parte inmaterial de él mismo, que la masonería y sólo la masonería puede fomentar, y puede hacerse presente en la vida de todos los días.

Pero seguramente ustedes se preguntarán, mis Queridas Hermanas y Queridos Hermanos, por qué aún no he mencionado el tema del coloquio "Mujeres, Hombres, Convergencias".
La respuesta es simple: la convergencia está en el centro de todo lo que hacemos o deberíamos hacer. De la misma forma en que me escandalicé por el desdén que tienen ciertos francmasones blancos norteamericanos por sus hermanos negros, de la misma forma deberíamos interrogarnos sobre la exclusión de las mujeres de nuestra antigua cofradía.

Una exclusión semejante surge de las convenciones sociales en vigor a principios del siglo XVIII, convenciones que pretendían que las mujeres no fueran ciudadanas totalmente libres sino tributarias de las leyes y la voluntad de los hombres: cela n’est plus ni valable, ni justifié depuis longtemps. En un mundo donde la mujer puede ser candidata a presidente de Francia o al cargo de primer ministro de Gran Bretaña, es simplemente perverso plantear la cuestión del sexo para juzgar quien puede y quien no puede entrar en mi logia.

En mi propio país, la Gran Logia Unida de Inglaterra, que es la más importante en términos de miembros, es una obediencia únicamente masculina. A principios del siglo XX, hace ya casi 100 años, la masonería mixta llegaba a Inglaterra proveniente de Francia. Es realmente triste que las dos Grandes Logias femeninas de mi país hayan sido creadas tras un cisma con la masonería mixta. Estas dos Grandes Logias son exclusivamente femeninas y nunca reciben hermanos en sus columnas. Pero deberíamos plantearnos si ellas no reproducen precisamente las prohibiciones que los hombres les imponían en el pasado y que llevaron a la creación del Droit Humain?

El esclavo libre tiende a copiar el accionar de su amo en el pasado. En consecuencia, en mi país, solamente la Orden Mixta Internacional le Droit Humain reserva a los dos sexos la posibilidad de convergir hacia las mismas logias.

También en este caso, en cuanto a las logias mixtas, debo decir que nuestros dirigentes han mostrado una tristísima falta de imaginación para tratar la cuestión. Un dignatario de la Gran Logia Unida de Inglaterra, recientemente interrogado sobre el hecho de que su obediencia no reconocía a las hermanas iniciadas, presentando su punto de vista como opinión personal, que las mujeres no pueden ser francmasones ya que, según él, la escuadra, el símbolo de base de la masonería, es un símbolo macho y que... ¡el círculo correspondiente femenino sería el círculo! ¿Cómo no quedarse boquiabierto ante tamaño absurdo?

Tengo plena consciencia de que es posible que mis conceptos les hayan parecido muy críticos de mi propia logia. Pero también hay muchas cosas admirables en la masonería inglesa.

Si raspan la costra de una logia inglesa, encontrarán mucho que aprender, muchos de los valores fundamentales de nuestra vieja cofradía.

Y no cabe ninguna duda de que la masonería, sea donde fuere en el mundo, es muy distinta de lo que era hace treinta años o más. Creo que tenemos una comprensión más cabal de los valores espirituales y culturales que compartimos; tenemos la voluntad de desarrollar los principios fundadores de nuestro Arte en beneficio de la humanidad; queremos salir al mundo y mostrar que es posible desarrollar la bondad y la armonía para aumentar el bienestar de la humanidad. Pero no lo lograremos si nos quedamos inmóviles; no lo lograremos si mantenemos actitudes rígidas; no lo lograremos si no llegamos a entender los principios de quienes no están de acuerdo con nosotros. Lo lograremos si abrimos nuestros corazones; lo lograremos escuchando y escuchando no solamente con las orejas. Lo lograremos deshaciéndonos de algunos shibolets (consignas, principios) inútiles; lo lograremos trabajando juntos; lo lograremos porque la Francmasonería nos pide la convergencia de todos nosotros, unidos en el espíritu; lo lograremos recordando estas palabras inmortales de Anderson:

Pero si bien en tiempos antiguos los masones fueron obligados en cada país a ser de la religión de ese país o nación, fuere cual fuese, hoy en día se ha considerado más conveniente imponerles solamente esta religión sobre la que todos los hombres están de acuerdo, dejando a cada uno sus propias opiniones; o sea, ser hombres de bien y leales, u hombres de honor e integridad, sean cuales fueren las denominaciones o creencias que los distinguen. A partir de entonces, la masonería pasó a ser el centro de la unión y el medio de consolidar una amistad fiel entre personas que, de lo contrario, se hubieran mantenido a una distancia perpetua.

© Julian Rees 2008

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